Girando la vista atrás y rebuscando entre la memoria del baúl de los recuerdos, creo que una de las imágenes que regresa a mi cerebro con más insistencia en cuanto a conciliar música y cine se personaliza en los viejos expositores de cintas de cassette que la mayoría de librerías o papelerías de barrio ofrecían a sus clientes. Allí, entre los mejores chistes del humorista de turno, cantantes románticos pesados de diferente procedencia y estilo, y versiones de los Beatles edulcoradas o enlazadas en formato de «popurri», no podía faltar algún ejemplar recopilatorio de canciones o sintonías de películas del viejo oeste, los clásicos westerns. Ya podían ser en versión original, interpretadas con una trompeta solista o acompañadas con la solemnidad de una gran orquesta. A mí, aquel reclamo con las pequeñas portadas evocadoras de colores, paisajes, pistoleros, animales y letras sobre un fondo de madera me tenían robado el corazón y o bien, me gastaba la asignación semanal o mi madre me las regalaba. Combinado con las «Sesiones de tarde de cine» y las enseñanzas de mi padre, muy pronto asimilé las melodías de «Gunfight at OK Corral» (Duelo de titanes) de Frankie Laine, «High noon» (Solo ante el peligro) por Tex Ritter, «The hanging tree» (El árbol del ahorcado) en la voz de Marty Robbins, «Ride away» (Centauros del desierto) The sons of the pioneers o «The man who shot Liberty Valance» (El hombre que mató a Liberty Valance) por Gene Pitney.
El ritmo, las historias, la instrumentación y lo que llevaban implícito tenían cautivado a un niño que soñaba con visitar aquellos escenarios imaginando que todo aquello podía estar sucediendo en tierras lejanas. Transcurridos los años averigüé cantantes, compositores y que algunas canciones fueron incorporadas después de la película pero me era indiferente. Finalmente pude viajar y visitar aquellos territorios y sus atractivos naturales comprobando que muchos de ellos permanecen casi inalterables desde la llegada de pioneros, buscadores de oro y bandoleros. El género del western no vive su época dorada desde hace años pero de vez en cuando ofrece buenas lecturas adaptándose a nuestros días en todos los sentidos. Para muchos, mantiene su aureola de autenticidad y continua despertando expectación y curiosidad no tan solo entre el público sino también en el entorno de los profesionales y sino que se lo pregunten a Ed Harris que en 2008 se aventuró a dirigir y protagonizar «Appaloosa». Ah! también interpretaba más que dignamente la canción «You’ll never leave my heart».