Existe una verdadera controversia acerca del origen y verdadero significado de la palabra que proporciona identidad a uno de los National Parks más populares de la geografía norte americana. La mayoría de profanos y de aquellos que lo descubren por primera vez quedan absolutamente boquiabiertos por la majestuosidad de las grandes paredes de granito y creen que el topónimo que ostenta más allá de aplicar la pronunciación correcta, responde a evocar algún tipo de territorio o fórmula indígena de contenido místico o tribal. Nada más alejado de la realidad aunque el tiempo y los hechos tal vez han otorgado la razón a los que por desconocimiento así lo bautizaron de forma macabra y premonitoria.
A finales de marzo de 1851, los soldados del «Mariposa Battalion» penetraron en el valle como los primeros hombres blancos «civilizados» con la intención de expulsar a sus legítimos habitantes. Uno de los oficiales, cautivado por la belleza del paraje sugirió a su superior que estaban obligados a escoger un nombre para un lugar tan encantador.
Escuchando las palabras de los indios y tal vez a la búsqueda de una cierta redención optaron por el vocablo «Yosemite» que era como parecía que lo denominaban sus pobladores aunque lo más acertado hubiera sido decantarse por la expresión «Ahwahnee» traducible a «lugar de la boca abierta» que era la reacción más común en todo aquel que se acercaba por primera vez y es que «Yosemite» en realidad significaba: «Ellos son asesinos».